¡El Covid 19 desnudó nuestro deficiente sistema educativo!

Autor: Nixa Gnaegi de Rios
         Rectora Universidad Tecnologica Oteima

La guerra mundial que se está librando tendrá consecuencias aún insospechadas en todos los ámbitos de la existencia. que cambiarán nuestra manera de vivir, ojalá sea para un mejor orden humano y social. Otras consecuencias en males de vieja data afloran profundizando la desigualdad social, la vulnerabilidad sanitaria y la inequidad tecnológica en las grandes masas poblacionales.

También es el caso de la educación, la cual ha sido forzada a migrar hacia escenarios de enseñanza basada en tecnologías de comunicación, para muchos no explorados. con el noble propósito de no detener la preparación de millones de estudiantes en su justo anhelo de superación personal y profesional, pero con enormes problemas en su aplicación. En el caso de nuestro país han surgido 2 situaciones que desnudan los gravísimos problemas estructurales de nuestro sistema educativo y del menosprecio histórico nacional por la profesión docente.

 La cuarentena nos ha evidenciado la excesiva frondosidad curricular de los programas vigentes en la educación en general. Los comentarios que inundaron y siguen colmando los distintos medios de comunicación apuntan a las toneladas de tareas, que ya eran excesivas en condiciones normales, y ahora se multiplicaron como los casos del contagio viral. Muchas interrogantes surgen de este problema: ¿Es necesario aprender todo? ¿es posible aprender todo? Antes de la pandemia, una pareja de padres profesionales ya se veía en la obligación de ayudar con las tareas diarias de su hijo único, ¡hasta la media noche! ¿Es esto normal? ¿Y si tienen 3 hijos en edad escolar? ¿Cómo se las arreglan las madres solteras o abandonadas? Viviendo en la era del conocimiento y en presencia de esta revolución industrial-tecnológica, sabemos que las fronteras del conocimiento son ilimitadas y que seguirán creciendo. Por lo tanto ¿Cuánto más contenido cabe en un libro, programa o plan de estudios? ¿Seguiremos memorizando y recitando conceptos o comenzaremos a formar a los chicos desde los niveles iniciales a desarrollar habilidades para buscar y manejar información, para analizar y reflexionar sobre el conocimiento existente y su aplicación a su vida cotidiana y para sembrar en ellos la necesidad de buscar más y mejores ideas? 

 Todos reconocemos que los actores principales del hecho educativo son los estudiantes que aprenden y los docentes que enseñan, la emergencia nacional literalmente obligó al pilar fundamental de la enseñanza, el docente, a lanzarse hacia la educación virtual y esto lamentablemente nos ha mostrado la escasa preparación pedagógica y tecnológica de nuestras comunidades educativas. La virtualidad representa las grandes ligas de la educación, pero en el argot beisbolero se entiende que no se llega a los Yankees sin pasar años en las granjas, las ligas infantiles, juveniles, amateurs, doble A y triple A. Los fundamentos y la preparación formal son indispensables para el éxito en cualquier desempeño profesional. Entonces, ¿cómo puede un maestro enseñar virtualmente y con calidad si apenas sabía pararse ante los chicos a exponer un tema, pedirles tareas y verlos exponer? Cada vez es más doloroso entender que muy pocos de quienes hoy ejercen la docencia realmente son ‘docentes de profesión’ y que la gran mayoría son graduados o estudiantes de otras disciplinas, prestados a la docencia, que no fueron profundamente formados para entender e internalizar la didáctica y la pedagogía como una legítima carrera universitaria. Por muchas capacitaciones en atención primaria al infartado que reciba un bioanalista, un asistente dental o un socorrista, oficios muy nobles y necesarios, no los convierten en cardiólogos.

La pedagogía express que ahora se ofrece mediante webinars y otras herramientas aceleradas , son solo  paños tibios, la solución es estructural. La educación panameña no soporta más capacitaciones reactivas y mágicas, que apenas logran maquillar los problemas del sistema educativo sin atacarlos de raíz y aunque el efecto sea a mediano y largo plazo, es impostergable comenzar a formar un educador vanguardista, con verdadera vocación y preparación pedagógica que nos ayude a salir del subdesarrollo.

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